martes, 27 de mayo de 2014

Oración 1


A  LA  VIRGEN  DE  CONSOLACIÓN
AVE  MARÍA
Eres el ave, María
que fácilmente se eleva
y como un rayo, se lleva,
como un suspiro, mi vida.
 
No sé qué tienes, María,
que sabes tan bien mirar,
siempre cruzando la mar,
siempre sanando la herida.
 
Te ha cazado un cazador
con la trampa de su mal:
viste su herida mortal,
te conmovió su dolor.
 
Yo soy ese cazador.
No me desprecies, Señora;
muéstrate, señora, ahora,
Madre de Consolación.
 
Madre de Consolación,
detén tu paso y medita:
sólo tú me resucitas 
mi llagado corazón.
 
No sé qué ocurre, María,
que sólo verme sufrir,
detiene el paso gentil
de tu huída en mi agonía.
 
Y vuelves luego a volar,
llevando sobre tus alas,
paloma, mis llagas malas
y mi oscuro suplicar.
 
Madre que buscas el sol,
madre que vuelas al viento,
llévale a Dios mi lamento,
porque me visite Dios.
 
Y, cuando vuelvas, Señora,
por recogerme y volar,
llévame sobre la mar, 
cuando me llegue la hora.

                          César Buendía

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